El 6 de octubre de 2011, un día después de la muerte de Steve Jobs, Richard Stallman escribió este texto en su bitácora:
"Steve Jobs, el pionero de la computación convertida en jaula encantadora, diseñada para quitar a los tontos su libertad, ha muerto.
Como dijo el alcalde de Chicago Harold Washington de su corrupto predecesor el alcalde Daley, “no me alegra que esté muerto, pero me alegra que se haya ido”. Nadie merece morir (ni Jobs, ni el Sr. Bill, ni la gente culpable de mayores males que los de aquellos). Pero todos merecemos el fin de la influencia maligna de Jobs en la informática de las personas.
Desafortunadamente, esa influencia continuará a pesar de su ausencia. Sólo podemos esperar que sus sucesores, en tanto intenten continuar con su legado, lleguen a ser menos efectivos."
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